El único objetivo posible es la satisfacción plena del cliente, el único jefe verdadero de toda empresa. 
Libertad, ahorro y seguridad. Pero también productividad, actualización, eficiencia. Las empresas han de hacer más con menos. No avanzar en la tecnología aplicada a la venta, a la distribución, a la empresa en general, es un lujo demasiado grande. Y mucho más grande en estos tiempos de poco dinero y competitividad feroz.
Por ejemplo, ¿cuanto puede mejorar la eficiencia en el reparto de una empresa de distribución? Si todos los miembros de la empresa (almaceneros, repartidores, comerciales, directores…) están conectados, ¿Con cuanta rapidez se puede gestionar una venta imprevista? ¿Cuanto vale una venta sorpresiva, captada a la competencia? ¿100 € de venta puntual? ¿ O 7000 € de venta anual, pues hemos conseguido captar ese cliente, que la competencia no ha podido atender?

¿Cuantas veces el comercial tiene que llamar a administración, estos dejar de hacer su trabajo, y preguntar al almacenero si hay stock de tal o cual producto? ¿Cuanto vale ese trabajo no realizado? ¿Ese tiempo perdido? Si el comercial hubiese tenido acceso al stock desde su tablet, desde el mismo local del cliente hubiese generado una venta, y se hubiese descontado del stock del ERP inmediatamente, generando una nueva necesidad de abastecimiento. Todo en tiempo real. ¿Cuánto vale eso?  




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