Castilla eta iberus flumen

La particular formación histórica de La Rioja se puede resumir a modo de eslógan  en una frase como esta «Castilla eta Iberus flumen«. Ahí, en esas cuatro palabras y tres lenguas quedan resumidos siglos de historia, miles de relaciones humanas y todo el sentir de una tierra

Castilla

Castilla es la primera parte de la frase, y la más importante. La Rioja es Castilla, como a cualquiera que sepa mirar le queda claro desde el principio. En La Rioja se escribieron los primeros documentos en lengua castellana, de ahí que se le llame «cuna de la lengua castellana», porque nadie nace en una cuna, sino que crece. El castellano no nació seguramente aquí, pero aquí, en un monasterio al pie de la sierra de La Demanda se tradujeron a la lengua vulgar textos latinos.

Ese monasterio, dedicado a San Millán, no sólo dió lugar a la lengua castellana. San Millán, cuya celebración es el 12 de Noviembre, es el patrón de Castilla.

Castellanos son también los escudos de la mayoría de sus cabeceras de comarca o poblaciones, como el de Alfaro, así como el escudo de la actúal comunidad, en la que un castillo sobre fondo rojo custodia un puente.

Eta

Eta, para los menos doctos en lengua vasca, es, antes que nada, una conjunción, es la forma vascuence de la castellana «y». Luego eta, por coincidencias de la vida era un acrónimo del que acordarnos no queremos.

En efecto, en La Rioja, como en toda la zona del primigenio condado de Castilla, se hablaba vascuence o euskera, y en La Rioja Alta se siguió hablando hasta al menos los siglos XIV o XV, como lo prueban los numerosos nombres vascuences de la zona: Azarrulla, Altuzarra, Ayabarrena, Arviza, etc…

Además La Rioja antes de ser castellana fue navarra, pues estas tierras pertencían al reino de Nájera-Pamplona, Pamplona o de Navarra, según nos situemos en una época histórica u otra.

Este pasado navarro, junto con la gran relación económica y social que ha habido siempre con Vizcaya (Bilbao fue fundado por Diego López de Haro, que no llevaba ese apellido por casualidad), Álava y Navarra, le ha dado unas características propias que, unido a su no pertenencia a la meseta, configuran la especial idisincracia de La Rioja respecto a sus vecinos castellanos.

Iberus flumen

Y por fin llegamos al río Ebro, pues Iberus flumen no significa otra cosa que río Ebro en latín. Aquí por un lado tenemos un recuerdo a la presencia romana con poblaciones tan importantes como Calagurris, Gracurris, Vareia o Tritium. Esa romanización dejó como herencia, sobre todo, la lengua, que mezclada con el vascuence, daría origen al castellano actúal.

Pero sobre todo La Rioja es valle del Ebro. Un eje socio-económico tan dinámico como el del Ebro tenía que dejar grandes improntas. Así por ejemplo, la relación con la vecina Zaragoza es cada vez mayor según nos vamos adentrando Ebro abajo, así como con la ribera navarra y las poblaciones de Tudela o Tafalla. El carácter de la ribera se manifiesta a un lado u otro del Ebro, sin importar si estamos en tierras navarricas, riojanas o aragonesas.

Castilla eta iberus flumen

Escudo de la actúal comunidad autónoma de La Rioja. A un lado el monte Laturce, escenario de la famosa batalla de Clavijo. Sobre este la cruz de Clavijo y dos conchas de peregrinos, símbolo del camino de Santiago. Al otro lado un castillo sobre fondo rojo. El castillo está sobre un puente y este, evidentemente, sobre un río. Los colores amarillo y rojo no son casuales, pues son los antiguos colores de la provincia de Logroño (aquí y aquí). Además el diseño del castillo no es casual, y corresponde casi exactamente con el tradicional castillo castellano.

Pendón tradicional de Castilla

El exterior azúl incluye tres flores de lis. El color azúl y las flores de lis son el símbolo de la casa de Borbón, y lo eran también de Francia. No están ahí por la lealtad riojana a la casa de Borbón, sino por todo lo contrario, por haber frenado el 11 de Junio de 1521 el avance de las tropas francesas y navarras que, tras intentar reconquistar Navarra, pretendían internarse en Castilla. Nunca pudieron cruzar el Ebro, pues lo logroñeses se lo impidieron bravamente, y finalmente el 11 de Junio, día de San Bernabé, tuvieron que retirarse.